Cuando el néctar se transforma en miel, las abejas sellan (operculan) las celdillas con una finísima capa de cera que los apicultores tenemos que retirar para proceder a su extracción. Un modo de hacerlo es cortando, como veis. Hay quien se encuentra más cómodo haciéndolo de arriba abajo, y viceversa. También se puede rascar con el peine de púas que se ve sobre la mesa, o utilizarlo casi como si fuera una cuchilla: apoyando las púas en horizontal sobe el panal y empujando, llevándose así la cera por delante. Por supuesto, todo esto está mecanizado en las explotaciones grandes, lo que otorga comodidad y rapidez pero merma encanto.
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